Ahora sí, el siglo XXI

Por Jorge de Quintes

La cumbre de las Américas, que se celebró el pasado fin de semana en Panamá, certifica la entrada del continente en el siglo XXI con el histórico apretón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro que sella el fin de más de medio siglo de bloqueo a la isla caribeña y la configuración de un nuevo mapa político para abrir una nueva era.

Es la primera vez que una reunión de este tipo deja de interesar a los medios como un acto protocolario y anecdótico, como el famoso "¿Por qué no te callas?" del rey Juan Carlos a Chávez, para convertirse en un encuentro donde quedan atrás la historia y la ideología y se impone el pragmatismo y la necesidad de seguir prosperando.

El presidente norteamericano sale como gran vencedor frente al frente bolivariano e impulsa la intervención de Estados Unidos en el continente con proyectos despojados del tinte imperialista que había fomentado la unidad de un amplio grupo de países, sobre todo sudamericanos, hábiles para explotar con una gran dosis de demagogia la lucha contra el enemigo intervencionista.

Lo primero que desactiva Obama es el victimismo ideológico que tantos réditos ha aportado a tantos presidentes anclados en el poder y con deseos de permanecer en él por tiempo indefinido. Nicolás Maduro, Evo Morales, Cristina Fernández de Kirchner, Rafael Correa ya no podrán seguir agarrados a la invasión en Bahía de Cochinos o el golpe de Estado que acabó con Salvador Allende por tiempo indefinido. Es el momento de la economía y las cuentas, con el petróleo en precios mínimos en años, ya no les salen tan bien a estos autoritarios presidentes elegidos en las urnas.

Estados Unidos, donde la economía sí marcha bien, está dispuesto a liderar el continente donde la penetración China se ha visto ralentizada los últimos meses con el frenazo al crecimiento de la zona por la caída del crudo. Centroamérica ya no puede mirar a Venezuela para solicitar su auxilio porque es el país que gobierna Maduro el que necesita ayuda. Y Correa, el mandatario ecuatoriano, podrá seguir arremetiendo contra las oligarquías y la mala prensa pero eso no le llenará unas arcas depauperadas.

Sobre esto último, la mala prensa, también le dejó Obama un mensaje al mercurial presidente ecuatoriano. Yo también sufro la mala prensa, le dijo, me critican, pero no voy a silenciar a un medio porque no me gusta lo que dice de mí. Fue la lección sobre la libertad de expresión que tan mal parece haber estudiado Correa.

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