EDITORIAL / Nuestro Gobierno

Ha tomado posesión el nuevo Ejecutivo de Asturias y ya hay gente que lo llama "el gobiernín", lo que implica un desdén de esta tierra por sus autoridades que casa muy mal con la alta consideración que tiene de sí misma. Por no irse más lejos, gallegos o vascos hablan de sus cosas con un respeto que no se tiene aquí.

Lo que –igual– explica algunas cosas: ver en su apogeo el Prerrománico depende más de la voluntad de las personas que tienen la llave que de ninguna institución; gastar dinero en Gijón un fin de semana es imposible para el pasaje de un crucero, porque sus tiendas cierran para descansar; visitar un museo en verano es imposible para el turismo un día a la semana... Y así un tema tras otro.

De donde se deduce que las dificultades del Principado para cambiar las costumbres de sus ciudadanos proceden más de las bases que de las elites... Y de donde se colige que parte de los males de esta tierra derivan más de su estructura que de la coyuntura.

Así que no hay como desear suerte al nuevo Gobierno, al que cierta gente puede llamar como quiera pero es el nuestro... y que es tan digno –o tan indecente– como cualquier otro. Pero no más.

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