Un Premio Bitácora por mi blog

Hija de la conocida Covadonga Bertrand, la pediatra ovetense Lucía Galán acaba de recibir el Premio Bitácora al Mejor Blog. En este texto cuesta sus experiencias de aquel día.

Por Lucía Galán Bertrand

Al fin llego a casa con la resaca emocional de uno de los fines de semana más intensos de mi vida. Ganadora de los Premios Bitácoras 2015 al mejor blog de Salud e Innovación científica. ¡Uf, casi nada!

El día previo a la gala ya empezó fuerte: había estado de guardia por la tarde en urgencias hasta las 10 de la noche. Fue una tarde especialmente complicada y dura, donde los pacientes, algunos, tuvieron que esperar más de lo que me hubiese gustado. Entre paciente y paciente de pronto aparecía alguno de mi consulta los cuales a pesar de la preocupación por la enfermedad de sus hijos, encontraron el momento para darme sus últimas palabras de aliento antes de la gran gala: "¡Es mañana, Lucía! ¡Madre mía! ¡Mucha suerte", me decían con la ilusión de un niño la noche de reyes.

Llegamos a Madrid con el tiempo justo para dejar a los niños con sus abuelos, picar algo, llegar al hotel, darme una ducha y disimular como pude mis ojeras, mi falta de sueño y mis nervios. Una ducha calentita con mi música favorita a todo volumen  nunca falla. La verdad es que salí como nueva.

Llegamos a la gala. Yo con buena parte de mi familia: mi chico, mis padres, mi hermano, mi cuñada, mis tíos de Madrid. “Tú como los gitanos”, me dijo mi amiga Ali por whatsapp cuando le dije que solo con mis acompañantes habíamos ocupado una fila entera.

Y la ganadora es… ¡Lucía, mi pediatra! ¡Mi familia “gitana” gritó como si nos hubiese tocado el gordo de la lotería!

Este premio es de todos, este premio es de todos y cada uno de los que me habéis seguido, los que habéis compartido, los que habéis creído en mí. Es de toda mi familia a los que les debo lo que soy, es de mis pequeños pacientes que me dan la vida, es de sus mamás y sus papás que cada día me muestran a través de una ventanita su día a día, las luces y las sombras de su maternidad. Este premio es de todos aquellos que ya desde las ocho de la mañana del viernes me estaban mandando mensajes de ánimo: Leonor con tu “Hoy es tu gran día, amiga”, Javi, Carlos, Ana, mis MariEldas, mis San Juaneras (Ali y María)…

Todos ellos, todos sin excepción,  tenían algo en común: Sentían ese premio como propio. Se sentían orgullosos. Les llenaba de satisfacción ver que eran mis manos y no otras las que lo alzaban. ¿Y por qué? Porque fuisteis vosotros los que me llevasteis hasta aquí. Porque gracias a ti Silvia, que me animaste a abrir un blog, he logrado este galardón; porque gracias a todos y cada uno de esos pedacitos de los que hablaba en el discurso, que no sois más que vosotros, hemos vivido este proyecto juntos.

Lo habéis visto nacer, crecer. Me animasteis a presentarme a los premios Bitácoras, me visteis ascender en las clasificaciones provisionales y celebramos juntos la clasificación final. He sentido vuestra energía desde el principio, de verdad os lo digo, la he sentido y eso es lo que me ha dado la fuerza para llevar a la Pediatría a lo más alto de la blogosfera.

Porque los profesionales de la salud tenemos una asignatura pendiente que es la HUMANIZACIÓN de la profesión. Porque la medicina no es solo diagnosticar, tratar y curar. Es buscar el consuelo, es curar el alma también, es cuidar de las emociones que hay detrás de un diagnóstico o los sentimientos contradictorios que se hayan escondidos simplemente tras una reciente maternidad.

Es apoyar, consolar y mimar a nuestros pacientes y sus familias; es escuchar lo que su boca no nos dice, pero sí sus ojos, o sus manos. Y para eso hay que mirar cuando nos hablan y oír  lo que no dicen.

Esta profesión tan bonita también trata de acariciar cuando todo el mundo te juzga, de escuchar cuando todo el mundo a tu alrededor tiene tus respuestas, es acompañar cuando te han dejado solo, es comprender lo que nadie comprende. En definitiva, es amar.

Es ver al paciente como un todo, por dentro y por fuera; lo que duele, lo que siente, lo que necesita y en la medida de nuestras posibilidades, intentar ayudar con nuestros conocimientos.

Porque colegas, diagnosticar una neumonía no tiene mucho misterio, identificar un cólico del lactante, un sobrepeso o un retraso del lenguaje tampoco. Pero comunicárselo a la familia y cuando son más mayores, a los chavales, sí tiene misterio, y sí debemos invertir todo nuestro esfuerzo en hacerlo de la mejor manera posible. Ese es el verdadero tesoro de nuestra profesión: conectar con nuestros pacientes.

Y esto, ni más ni menos, es el alma de mi blog.

Gracias de nuevo a todos.

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