EDITORIAL / Ahora, Madrid

La Guardia Civil registró ayer la sede del Partido Popular en la Comunidad de Madrid –en la sede de Génova, pero sin relación con la organización nacional; la organización territorial que preside Esperanza Aguirre– en busca de pruebas de financiación irregular, así como las sedes de las empresas Villar Mir y OHL. Así que cada vez es más difícil mantener que la corrupción en el PP es cosa de individuos y no de organizaciones.

Y también es cada vez más difícil mantener la confianza en dirigentes clasicos del partido; con la valenciana Rita Barberá, el mallorquín Jaume Matas y la malhablada madrileña en apuros con la Justicia (por hablar sólo de personas y no de sumarios, como los casos AcuaMed, Aquagest, Pokemon, Gürtell, etcétera), los otrora 'pata negra' del PP cada vez son menos de fiar.

El problema es que a esa generación pertenecen Mariano Rajoy, Luis Bárcenas, Dolores de Cospedal, Javier Arenas... Mercedes Fernández, Francisco Álvarez Cascos, Ovidio Sánchez, Fernando Goñi, los 'Isidros' (Fernandez Rozada y Martínez Oblanca), etcétera. Y con esos mimbres parece difícil regenerar un partido que pretende seguir gobernando.

Albert Rivera es un cachorro fachita, Pablo Iglesias un profesor soberbio y Pedro Sánchez un socialista tierno; pero ninguno de los tres está tan sucio como el mentiroso presidente del Gobierno de España que ahora permanece en funciones. De modo que cualquier pacto será mejor de lo que hay.

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