Una prueba para la República Islámica

Por Farhang Jahanpour

A principios de este mes, los iraníes celebraron el 37 aniversario de la victoria de la Revolución Islámica en febrero de 1979. En ese período el país experimentó convulsiones revolucionarias, una devastadora guerra de ocho años con el vecino Iraq que mató e hirió a casi un millón de iraníes, ocho años de gobierno de un presidente populista de línea dura, Mahmoud Ahmadinejad, y paralizantes sanciones de los países occidentales.

No obstante, la República Islámica no solo sobrevivió, sino que se podría argumentar que Irán ahora es el país más estable de la región.

Este año las elecciones para el parlamento de 290 escaños –el Majlis, que tendrá un período de cuatro años– coinciden con la elección de la Asamblea de Expertos, integrado por 88 miembros que ocuparán el cargo durante siete años.

La Asamblea de Expertos es la encargada de seleccionar al sucesor del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, que tiene 76 años y está enfermo.

Dada la importancia que tiene el líder supremo en la política iraní, la persona que sea finalmente elegida decidirá el rumbo que tomará el statu quo en los próximos años.

El país se divide entre los reformistas y los moderados, por un lado, y la línea dura, por el otro. Que el próximo parlamento y el próximo líder sean reformistas o extremistas tendrá un impacto importante en el curso de la política interior y exterior de Irán. Por eso las elecciones del día 26 son fundamentales.

Irán tuvo elecciones periódicas, aunque defectuosas, desde la revolución, pero la imparcialidad de los comicios se vio comprometida por el enorme poder que el derechista Consejo de Guardianes ejerce en la habilitación de los candidatos.

El líder supremo designa a seis miembros clericales del Consejo de Guardianes y el jefe del poder judicial, que es elegido por Jamenei, nombra a seis juristas. Por lo tanto, el Consejo actúa como un instrumento de los deseos del líder supremo y del estamento eclesiástico.

En vísperas de las próximas elecciones, el Consejo de Guardianes rechazó la habilitación de la gran mayoría de los candidatos reformistas, mientras que a la mayoría de los llamados “principistas”, o extremistas de derecha, se le permitió participar.

Inicialmente, había más de 12.000 candidatos de los tres principales movimientos políticos –la línea dura, los reformistas y los moderados. En total, cerca de 6200 candidatos, incluidas 586 mujeres, fueron aprobados, mientras que el resto fueron descalificados.

Nueve partidos moderados publicaron un comunicado en el que denuncian que solo se permitió la participación de 30 de los 3000 candidatos reformistas.

Ante la ausencia de partidos políticos organizados, cualquiera puede presentar su nombre para los comicios. La necesidad de un cuerpo que filtre a los candidatos y haga que las elecciones sean más gestionables es real, pero el problema con el Consejo de Guardianes es que funciona de una manera muy parcial.

En las elecciones de 2009 hubo un amplio apoyo al candidato reformista Mir Hossein Musavi, pero el Consejo de Guardianes declaró vencedor a Ahmadinejad, y Jamenei lo respaldó plenamente.

Esa decisión polémica provocó las mayores manifestaciones y protestas desde los primeros días de la revolución, que fueron brutalmente reprimidas. Varios manifestantes murieron y cientos, incluidos los líderes del Movimiento Verde, fueron detenidos y en su mayoría siguen en la cárcel o con arresto domiciliario.

Los seguidores de la línea dura tenían la esperanza de repetir el éxito de sus representantes en la última elección presidencial en 2013, pero el candidato de la derecha, Saeed Jalili, solo recibió 11,3 por ciento de los votos.

Cuando Hassan Rouhani declaró su candidatura, las encuestas solo le dieron un cinco por ciento de intención de voto, pero una enérgica campaña con la promesa de mayores libertades y una política de diálogo con Occidente hizo que más de 72 por ciento del electorado acudiera a las urnas y que ganara en la primera vuelta con casi 51 por ciento de los votos.

Se esperaba que después del pacto firmado en julio de 2015 con el P5+1 (integrado por China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia, más Alemania), los partidarios del presidente Rouhani tendrían mayor éxito en las próximas elecciones y que él se enfrentaría a un Majlis menos hostil.

Sin embargo, a raíz de la inhabilitación en masa de los candidatos reformistas, el Consejo de Guardianes echó por tierra con esas esperanzas.

Al nieto del ayatolá Jomeini, Hassan Jomeini –un reformista que apoyó al presidente Rouhani en la última elección– se le prohibió presentarse como candidato a la Asamblea de Expertos, y a Morteza Eshraqi, otro nieto del fundador de la República Islámica, también se le impidió ser candidato para el Majlis, al igual que al hijo y a la hija del expresidente Hashemi Rafsanyani.

Estas descalificaciones dieron lugar a una gran cantidad de enojo y de críticas. En su intervención en una ceremonia por el aniversario del regreso de Jomeini a Teherán el 2 de febrero, Rafsanyani criticó la decisión del Consejo de Guardianes de inhabilitar a Hassan Jomeini: “Inhabilitaron al nieto del imán Jomeini, que es la persona más cercana a su abuelo”, afirmó el expresidente.

“¿Quién les dio el derecho de juzgar a los demás? ¿Quién les dio el derecho de tomar todas las armas, de tener todos los estrados, las plataformas de oración de los viernes y la radio y la televisión?”, les preguntó Rafsanyani a los defensores de la línea dura.

Esta crítica es sumamente importante, ya que no se dirige solo al Consejo de Guardianes, sino a todo el sistema clerical, y al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), que está en posesión de todas las armas de fuego.

Rafsanyani también critica indirectamente al líder supremo que designa a los jefes del CGRI, los líderes de la oración de los viernes y al director de la radiodifusión estatal.

El presidente Rouhani también criticó enérgicamente a la línea dura. “Si una organización posee inteligencia, armas, dinero, periódicos, agencias de noticias, y si otras herramientas de poder se pusieran por completo en manos de una organización, aunque fueran santos se corromperían”, denunció el 9 de este mes, en referencia al CGRI.

Si Irán quiere salir adelante, “debemos deshacernos de los monopolios y avanzar hacia una competencia real. Las sanciones no eran las únicas cadenas que ataban nuestras manos. La burocracia también es una cadena que un día habrá que quitar de nuestras manos”, exhortó.

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