EDITORIAL / Unidos contra el terror

España celebró hace días un aniversario del terrible atentado yihadista de Atocha, el mayor ataque contra Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial; y lo hizo con todas las asociaciones de víctimas del terrorismo unidas por primera vez en doce años, lo que es una buena noticia para el país y el primer indicio de que los españoles podemos aprender a no entrematarnos, como llevamos mucho tiempo haciendo.

Nuestra vecina Francia reaccionó con una sola voz cuando fueron atacados la revista 'Charlie Hebdo' y la sala de conciertos Bataclan, por no hablar de otros países como los cercanos Marruecos y Túnez. España, en cambio, es como ese magnífico cuadro de Goya en el que dos paisanos se zurran enterrados hasta las rodillas.


Y eso es porque la tolerancia no es una virtud de esta tierra, acostumbrada a imponer una opinión mayoritaria y a ocultar el resto. Todo el mundo cree que este país es muy cristiano (católico, en concreto), pero de eso sólo hace quinientos años, que parecen muchos, pero son menos de los setecientos que fue musulmán y habría que descontar los que fue arriano (lo que es una herejía para El Vaticano).

Y, por si su historia fuera poco, el país está enfrentado por la mitad por culpa de sus dirigentes políticos actuales, que hacen declaraciones grandilocuentes pero no abandonan el sillón (o no se colige de las llamadas de Rajoy a tener altura de miras su propia obligación de hacerse a un lado, para que haya pronto un Gobierno legítimo en La Moncloa...).

De momento, bien está que todas las víctimas se manifiesten juntas contra el terror; para otras cosas, hace falta más tiempo.

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