EDITORIAL / USA, en Cuba

El presidente de Estados Unidos dormirá esta noche en tierras cubanas con motivo de una visita que no hubieran imaginado los más viejos de ambos lugares. Ya que los dos países no han tenido relación durante medio siglo largo. Antes sí: hasta la huida del cabo Fulgencio Batista (en la Nochevieja de 1959) los estadounidenses llamaban a la isla caribeña 'Tres por uno', en referencia a que allí podrían mantener tres relaciones sexuales por un dólar: una vaginal, una oral y otra anal. 

Y Obama dormirá con su mujer en la impresionante embajada de su país, lo que no es baladí; ya que el presidente afroamericano ha decidido reanudar relaciones diplomáticas, pero no hacer 'tabla rasa' con las barbaridades pasadas allí, lo que hubiera podido dedudirse según qué hotel hubiera elegido para dormir. En La Habana hay tres de mucho pasado: el precioso Nacional, donde se hospedaba la Mafia –excepto Al Capone, que tenía residencia propia en Varadero–; el impresionante Habana Libre, donde dormían ejecutivos de multinacionales cuando se llamaba Habana Hilton –y que llegó a ser cuartel general hasta de los 'barbudos'–; y cualquiera de los Meliá, que representan el nuevo capitalismo posterior al boicot de Washington.

El huésped del 'AirForce One' no dormirá en ninguno de los tres (ni en un ningún otro de los fantásticos hoteles habaneros –el Capri, el Commodoro, el Cohiba...–) porque ha optado por su embajada, que es un edificio construido para impresionar y, así, tiene más de la mitad de área que su propia Casa Blanca. El funcionario de más alto rango que se hospedó allí es Richard Nixon, en 1955 (antes de ser presidente). 

Pero más allá de donde vaya a dormir, la presencia de Obama en Cuba es simbólica, sobre todo; ya que Washington y La Habana rompieron relaciones por el ataque cubano contra los intereses estadounidenses en la isla, intereses que eran de su Mafia y de sus grandes corporaciones (muy en concreto de la compañía American Fruits y de Coca Cola, de cuya azotea salían helicópteros con divisas sin pasar por la aduana habanera)... por no hablar de las vejaciones de aquel gran lupanar que era la capital de Fulgencio Batista, con sus casinos y sus jineteras (¿por qué jineteras?... porque les gustaba tener relaciones sentadas a horcajadas del hombre, como monta a caballo un jinete). Así es que bienvenida sea.

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