El último vestigio de la Guerra Fría
Por Barack Obama
Los cubanos han salido a las calles para darnos la bienvenida, y me siento mal por ser el primer presidente de Estados Unidos en casi 90 años que visita un país y un pueblo a sólo 90 millas de nuestras costas.
Al igual que muchos estadounidenses, sólo he conocido el aislamiento que ha existido entre nuestros dos gobiernos. Nací en 1961, el año de la invasión de Playa Girón. Un año más tarde, una confrontación de la Guerra Fría sobre Cuba empujó el mundo muy cerca de una guerra nuclear. Con el paso de las décadas, la desconfianza entre nuestros gobiernos dio lugar a dolores de cabeza para nuestros dos pueblos, incluidos los cubano-estadounidenses, muchos de los cuales han sufrido décadas de separación de su tierra natal y familiares.
He llegado a La Habana para extender una mano de amistad al pueblo cubano. Estoy aquí para enterrar el último vestigio de la Guerra Fría en las Américas y para forjar una nueva era de entendimiento para ayudar a mejorar la vida cotidiana de la población cubana.
Sigue habiendo diferencias reales e importantes entre nuestros gobiernos, incluyendo profundas diferencias en la manera de promover la seguridad, la seguridad, la oportunidad y los derechos humanos. Pero son muchos los estadounidenses y cubanos que desean compartir nuestras culturas y pasiones, nuestras esperanzas para el futuro, por no hablar del amor por el béisbol.
Sé que una visita, y un presidente, no puede borrar las décadas de la historia que han dejado tantos cubanos en la pobreza o el exilio. Pero a veces los cambios más importantes comienzan por el paso más pequeño. Creo en el pueblo cubano y su deseo de construir un futuro de su propia elección. Y yo creo que el cambio de la forma de hacer las cosas entre nuestros países, con el tiempo, ayudará a que eso sea posible.
Así que estoy deseando conocer y escuchar directamente a los cubanos de todos los ámbitos de la vida. Y estoy seguro de que, trabajando juntos con el pueblo cubano, nuestros dos países pueden comenzar un nuevo devenir que ofrezca progreso a nuestros pueblos.
Los cubanos han salido a las calles para darnos la bienvenida, y me siento mal por ser el primer presidente de Estados Unidos en casi 90 años que visita un país y un pueblo a sólo 90 millas de nuestras costas.
Al igual que muchos estadounidenses, sólo he conocido el aislamiento que ha existido entre nuestros dos gobiernos. Nací en 1961, el año de la invasión de Playa Girón. Un año más tarde, una confrontación de la Guerra Fría sobre Cuba empujó el mundo muy cerca de una guerra nuclear. Con el paso de las décadas, la desconfianza entre nuestros gobiernos dio lugar a dolores de cabeza para nuestros dos pueblos, incluidos los cubano-estadounidenses, muchos de los cuales han sufrido décadas de separación de su tierra natal y familiares.
He llegado a La Habana para extender una mano de amistad al pueblo cubano. Estoy aquí para enterrar el último vestigio de la Guerra Fría en las Américas y para forjar una nueva era de entendimiento para ayudar a mejorar la vida cotidiana de la población cubana.
Sigue habiendo diferencias reales e importantes entre nuestros gobiernos, incluyendo profundas diferencias en la manera de promover la seguridad, la seguridad, la oportunidad y los derechos humanos. Pero son muchos los estadounidenses y cubanos que desean compartir nuestras culturas y pasiones, nuestras esperanzas para el futuro, por no hablar del amor por el béisbol.
Sé que una visita, y un presidente, no puede borrar las décadas de la historia que han dejado tantos cubanos en la pobreza o el exilio. Pero a veces los cambios más importantes comienzan por el paso más pequeño. Creo en el pueblo cubano y su deseo de construir un futuro de su propia elección. Y yo creo que el cambio de la forma de hacer las cosas entre nuestros países, con el tiempo, ayudará a que eso sea posible.
Así que estoy deseando conocer y escuchar directamente a los cubanos de todos los ámbitos de la vida. Y estoy seguro de que, trabajando juntos con el pueblo cubano, nuestros dos países pueden comenzar un nuevo devenir que ofrezca progreso a nuestros pueblos.
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