EDITORIAL / Más Panamá

El tema de los papeles de Panamá evoluciona como muchas cosas en España (el conocido 'caso Arny' de Sevilla, sin ir más lejos): como un 'ajuste de cuentas' contra la gente brillante. El club sevillano era legal, como lo es montar una sociedad 'pantalla' para pagar menos al fisco; lo que no es, es moral... y ello sólo importa cuando uno va de patriota. Así que escandaliza que lo hagan familiares de Franco o el Rey, pero no que lo hagan artistas.

La empresa de 'Astures' no es rica, pero si lo fuera seguro que sus asesores le dirían que invirtiera en Panamá para desgravar ante Hacienda... y no lo haría porque es solidaria con sus paisanos; pero, si lo hiciera, no estaría cometiendo una ilegalidad, sino una inmoralidad. Aunque España es un país católico y por eso confunde el pecado con el delito; es más, de hecho, considera el primero más punible que el segundo.

Para ser rigurosos: 'corrupto' es el que vive del dinero público y usa éste para enriquecerse; no un personaje que cobra de la empresa privada y oculta ingresos para no pagar al fisco... lo primero es un delito y lo segundo una inmoralidad (un pecado, dirían los religiosos).

Así es que no todo el mundo es igual en este tema de los papeles de Panamá, como no lo eran todos los clientes del club Arny de Sevilla; delinquieron quienes trataron con menores, pero no quienes pasaron por allí... Esta diferencia es crucial en las democracias.

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