EDITORIAL / Santa Rita, Rita

La valenciana Rita Barberá ha abandonado el PP (a instancias de su partido), pero seguirá siendo senadora en las Cortes del Reino de España –tal como vaticino 'Astures' aquí– porque lo primero ya se le ha convertido en un lastre, aunque lo segundo todavía le es útil. Y ello porque esta Rita es un ejemplo de lo más zafio del PP, que pusieron como dirigente al peor de los camaleones sólo con que fuera enemigo de 'los otros' y amigo de 'los nuestros'.

La derecha siempre lo hizo igual (si es enemigo de 'los otros' es amigo de 'los nuestros', creía), pero esta vez le ha salido mal, porque el enemigo de 'los otros' suele serlo más por indecente que por amigo de 'los suyos'... Y así le va, en esta cruzada a 'los de la derecha'.

Rita es una soberbia impresentable que mandó en Valencia como delegada del PP español cuando estaban en su entorno el opusino Francisco Camps y el caradura Ricardo Costa, con Juan Cotino por allí (a estas horas en la cárcel).

Y ahora su situación no tiene un pase para el PP, a meses de volver a la arena electoral en el plano nacional y ya en comicios en Galicia y el País Vasco. Pero es imposible sacarla del Senado, si ella no quiere; ella está designada por su comunidad autónoma y el nombramiento no se puede deshacer en la Comunidad Valenciana (en realidad, en ninguna parte de España; aunque a Rita sólo le afecta lo de Valencia).

Las Cortes de aquel territorio debaten ahora mismo una reforma legal que impedirá que algo así se repita en el futuro, pero será difícil aplicarla con efectos retroactivos. Así es que la Barberá será senadora hasta que haya elecciones en Valencia... en 2019, a día de hoy.

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