EDITORIAL / Populismos

El discurso internacional de la Política ha readmitido en los últimos tiempos una palabra de la que los especialistas saben lo que significa, pero los ciudadanos no; y por eso estos la siguen orgullosos. Se trata del término 'populismo', que significa decirle a la gente de a pie lo que quiere oir partiendo de la base de que esa gente es idiota, aunque sin decirle esto para que no se moleste. Populismos ha habido muchos en la Historia (desde el romano Vespasiano hasta hoy), pero los más descarados siempre fueron los fascistas: Hitler, Mussolini, Franco.

Y todos ellos siempre partieron de la misma base de la que surgen hoy: el descrédito de la política; donde la gente ve que medran los vividores más aprovechados, antes que las figuras más valiosas. Ni en Europa ni en Estados Unidos, la gente formada quiere aceptar que una ameba intolerante como Donald Trump (como antes Adolf Hitler, Benito Mussolini o Francisco Franco) ha ganado las elecciones porque todo el mundo está harto del stablishment y sus privilegios, pero seguro que es así; todo el mundo está harto de políticos, sindicalistas, cargos públicos, instituciones, medios de comunicación... y les pega en la boca con lo que más les duele: eligiendo 'outsiders' para la cosa pública.

Lo malo es que la gente no sabe de lo que habla; y por eso piensa que Donald Trump es un hombre ajeno a lo establecido (cuando nació rico, aumentó su fortuna a la sombra de todos los partidos y es dueño de buena parte de la televisión estadounidense) como votó a Reagan, sin entender que un actor es capaz de leer con credibilidad cualquier guión, tanto el que declara amor eterno a su novia como el que reniega de ella... ésa es su profesión.

Apoyar a Trump es un error sin paliativos del que sus votantes se arrepentirán; la suerte está en que su país no le permitirá hacer nada de lo que ha prometido... Y eso le irá bien al mundo.

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