Choque de civilizaciones en Alepo

Por David Torres

Un atentado en Alemania ha provocado un choque de civilizaciones en la cabeza de Andrea Levy. Una batalla en Alepo ha desembocado en el asesinato del embajador ruso en Turquía. Ambos hechos –uno trágico, otro tragicómico– son inversiones de esa paradoja que asegura que una mariposa que bate sus alas en Hong Kong puede provocar una tempestad en Nueva York. La teoría del caos afirma que hay sistemas dinámicos que se comportan de manera compleja apenas varíen un poco las condiciones iniciales. El humo de un cigarrillo o el tiempo atmosférico son ejemplos de sistemas esencialmente imprevisibles a pesar de que el número de variables que se manejan en ellos sea relativamente breve. Sin embargo, la cosa se complica mucho cuando intervienen factores políticos, históricos y humanos.

Ahí está, sin ir más lejos, la política exterior de Estados Unidos en Oriente Medio, que cada año que pasa sale más por Antequera. Intentaron implantar a bombazos la democracia en Irak y, aparte de destrozar el país, bañarlo en sangre y dejar a su paso montones de nuevos cementerios, fundaron el ISIS. Intentaron extender los mismos principios democráticos en Libia, Túnez, Egipto, Siria y Yemen, y consiguieron resultados dispares, aunque con un amplio predominio de la barbarie. Estos días los medios de incomunicación se han hartado de alertarnos sobre el apocalipsis que se cierne sobre Alepo y lo han hecho con la misma urgencia y profusión con la que no nos han informado -ni nos informan, ni nos informarán- de las continuas matanzas desencadenadas en Libia o Yemen. Ocurre que Siria interesa mucho más porque el dictador de turno, Asad, es un hijo de puta pero no nuestro hijo de puta, no sé si me siguen. Más bien ha resultado hijo de Putin.

Los medios de incomunicación tampoco han informado mucho sobre quién financia, arma y entrena a las malas bestias del ISIS, pero tampoco hay que ser Sherlock Holmes ni descender a los abismos informáticos de WikiLeaks para tropezarse con la CIA y el dinero de Arabia Saudí al primer golpe de tecla. Tienen la información publicada incluso en medios tan poco sospechosos de antiamericanismo como el ABC. Lo que ya resulta más difícil de encontrar fuera de medios alternativos es la noticia que saltó hace unos días de que el ejército sirio capturó en un búnker de Alepo a catorce uniformados de alto rango que aleccionaban a las milicias yihadistas. Se trata al parecer, de oficiales de la OTAN, casi todos de origen saudí, aunque también hay al menos, igual que en los viejos chistes, un estadounidense, un israelí y un turco.

De manera que, sin sospecharlo, Andrea Levy a lo mejor ha acertado con su salida de pata de banco y lo que se esconde detrás del atentado de Berlín es, desde luego, un pensamiento asesino que quiere imponer a la fuerza su escala de valores mediante la violencia y el terror. Después de todo, sí que hay un choque de civilizaciones, aunque no exactamente donde Levy se cree. Si uno escarba detrás de ese atentado, igual que si escarba debajo de las invocaciones a Alá y a Alepo del asesino del embajador ruso, se va a encontrar con lo de siempre: los mismos homicidas que ayudaron a los muyahidines en Afganistán y que acabaron inventando Al Qaeda; la misma piara de la CIA que ha apoyado y promovido golpes de estado en Irán, en El Salvador, en Guatemala, en Grecia, en Indonesia, en Chile, en media África, en toda Latinoamérica y casi donde se les ocurra. Una mariposa bate las alas en la Casa Blanca y deja el mundo hecho una calavera.

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